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Naihara Cardona Martínez
Abogada y Presidenta de la Asociación de abogacía sistémica.
Reconozco que, cuando me decidí por los estudios de Derecho, fue en gran parte porque tenía una gran herida de la justicia y consideraba que el mundo era un lugar muy in- justo. Sentía que, con las leyes en la mano, podría paliar parte de ese desequilibrio. Ahora, cuando miro a aquella Naihara, veo que el problema radicaba en el «desde dónde».
En Derecho nos enseñan a pelearnos, a litigar, a derrotar al otro, cuando la verdadera función de un abogado, como dijo Gandhi, debería ser «unir a las partes en desacuerdo». Cuando escuché por primera vez el concepto de «derecho sistémico», me pareció un oxímoron: esas palabras o expresiones formadas por la unión de dos conceptos opuestos. Indican a la vez una cosa y su contraria: duermevela, agridulce, altibajo, muerto viviente, calma tensa, tragicomedia…
Magia es lo que parecen los resultados obtenidos aplicando el derecho sistémico. Y es lo que te voy a contar porque quiero que un concepto novedoso, pero sobre todo tan útil como este, llegue al mayor número de personas posibles.
Siempre digo que los problemas legales no existen. ¿Por qué? Muy sencillo: si los problemas que llegan a los juzgados fueran esencialmente jurídicos, deberían desaparecer con la sentencia.
Sin embargo, vemos cómo obtenemos una sentencia y las partes siguen sintiéndose mal y, en muchas ocasiones, van de juicio en juicio durante años, sin solucionar el problema.
La filosofía de las constelaciones familiares aplicadas al Derecho, precisamente pretende unir el mundo jurídico con el emocional, para resolver definitivamente el conflicto, que nunca es completamente legal. Especialmente, si nos encontramos ante casos de Derecho de Familia o de Violencia de Género.
Así que te voy a contar cómo es posible juntar en la misma mesa de reuniones a don Derecho y a doña Sistémica. Solo se necesita un poco de imaginación, algo de maña y muchas ganas de participar en una experiencia distinta, que acostumbra a marcar un antes y un después en la vida de los participantes.
Esos seres humanos que acaban por
abandonar el rol de contendientes para tomar el de seres responsables que intentan hallar entre ambos el justo equilibrio entre las pretensiones de cada cual, que en un inicio se presentan como incompatibles. Esos seres humanos a los que no les da miedo indagar en sus heridas para descubrir los orígenes de estas y asumir su cuota de responsabilidad en el asunto. Cuando tomas la responsabilidad, puedes ver que el conflicto exterior no es más que una manifestación del conflicto interior.
Si bien hace ya bastantes años que se está extendiendo el uso de la mediación, con ella podemos tratar de resolver un conflicto puntual acercando posturas, con una mirada respetuosa, comprensiva y compasiva. ¡Ojo!, no entendiendo
la compasión como lástima hacia el otro ni hacia uno mismo, sintiéndose víctima, sino en su sentido etimológico: com-pathos=acompañar en el sufrimiento, comprender el sufrimiento del otro y el de uno mismo.
No obstante, muchas veces, realizando un acercamiento inicial a través de una mediación, se puede posteriormente llegar a un trabajo más transformador, que abarque algo más que el conflicto puntual, ya desde una constelación familiar.
Aunque el título de este libro es “Derecho sistémico, lo que no te enseñaron en la facultad”, no tienes por qué ser abogado para enriquecerte con él y disfrutar su lectura. Está escrito con una narrativa ligera para todas aquellas personas que puedan tener conflictos y muestra una manera diferente de solucionarlos.
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Introducción a las constelaciones familiares.
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