La revista de referencia de las terapias holísticas, el crecimiento personal y el cuidado natural
Soy Samuel y tengo un hijo TEA (Trastorno del Espectro Autista) y quiero compartir contigo que tanto yo como mi esposa Lidia, estábamos muy felices con el nacimiento de nuestro hijo Pablo, todo parecía “normal” hasta que a los 18 meses empezamos a notar que algo no estaba funcionando bien, dado que todo lo que había aprendido hasta entonces, había desaparecido, ya no decía mama ni papa, ya no reía, dejó de mirarnos a los ojos y casi siempre estaba ausente.
Empezamos a buscar respuestas hasta que el “perturbador diagnóstico” entró a formar parte de nuestra familia, esa palabra que jamás hubiéramos querido escuchar, pero que sin ser invitada, se nos coló por todas las rendijas de nuestro hogar y de pronto nos robó la paz y la alegría de ver a nuestra criatura desarrollarse de forma “normal”, “como todos”.
Lo primero que nos pasó es que nos vimos superados por el estrés de no saber cómo afrontar lo que nos estaba pasando, todos nos daban su opinión, muchos conocían a alguien que tenía el mismo diagnóstico que nuestro hijo y nos daban consejos de lo que debíamos hacer, se nos abría todo un mundo de posibilidades, tan extenso que no teníamos ni tiempo, ni dinero, ni criterio suficientes para elegir.
Para más inri, nuestra relación de pareja se empezó a resentir, apareció el miedo por el futuro de nuestro hijo, miedo de pensar que pasaría si nosotros desapareciéramos, cómo sería capaz de tirar adelante por sí mismo.
Decidir qué era lo mejor para él no era fácil y empezamos a tener diferentes opiniones y a tirarnos en cara que si hubiéramos hecho esto o aquello, seguramente a nuestro hijo no le estaría pasando “eso”.
Después del terremoto emocional que “literalmente nos derribó”, nos dimos cuenta que o íbamos juntos y empezábamos a ver a nuestro hijo desde un lugar amable y relajado o el resultado iba a ser un caos.
Así es que nos pusimos en marcha juntos y empezamos a buscar recursos para acompañar a Pablo desde un cambio propio, mirando nuestro árbol familiar, por aquello que dicen que que de raíces sanas brotan buenos frutos, así es que elegimos indagar sobre nuestros ancestros desde un lugar de respeto y honrando sus orígenes que son los nuestros. Eso empezó a suponer un cambio profundo y una transformación personal, que de ninguna otra manera hubiera sido posible.
Ahora podemos decir, tanto mi esposa como yo que el amor por nuestro hijo nos ha hecho mejores en muchos aspectos, tanto personales, como familiares.
Entendimos que nuestro hijo no es Autista, él es nuestro hijo que tiene una circunstancia y nosotros le acompañamos desde ahí y si su alma nos ha elegido para transitar este proceso, nosotros juntos, vamos a estar a su lado para acompañarlo, sabiendo que ser “diferente” también está bien, dado que diferentes lo somos todos, aunque no nos hayan puesto ninguna etiqueta, o sí.
Es curioso que estos niños no aceptan un NO por respuesta y eso nos hace investigar de cuantas otras mil formas podemos llegar a un resultado favorable.Pues eso, desde nuestras diferencias y sin exigencias ni juicios, estamos transitando esta historia de retos que nuestro amado hijo nos ha puesto por delante para que sigamos creciendo en conciencia.
Una mirada al Autismo, desde las constelaciones familiares
Desde noviembre de 2020 venimos acompañando a familias con niños que tienen un diagnóstico de TEA (Trastorno del Espectro Autista).
Durante este tiempo hemos interactuado con aproximadamente 50 familias.
Si te has quedado con ganas de más, el 4 de octubre damos inicio a esta segunda etapa. Juntos abriendo puertas, transitando caminos desconocidos.
Contacta con nosotras:
Maria Martínez Calderón. Facilitadora y Formadora en
Constelaciones Familiares www.mariamartinezcalderon.com
Graciela Diaz Blanco. Maestra y Pedagoga Sistémica.
www.generacionarcoiris.com