La revista de referencia de las terapias holísticas, el crecimiento personal y el cuidado natural
Ruth Fochs
Coach y mentora en comunicación e imagen para marcas conscientes
Un buen día, la vida encontró una curiosa forma de empujarme para poner voz propia al mundo de la comunicación.
Los mejores regalos de la vida suelen venir precedidos de auténticos batacazos.
Mi caso, obviamente, no fue una excepción.
Una vida en piloto automático
Hasta los 35 años, en general me sentía bastante satisfecha con mi vida.
Vivía enfocada en el futuro y me perdía a menudo el presente. Pero no me había cuestionado nada más allá, así que no tenía la sensación de estar perdiéndome nada especial.
Mi sueño en aquel entonces era trabajar en una gran agencia de publicidad, crear una familia, tener dos hijos, una hipoteca y 30 días de vacaciones al año para hacer un viaje.
Punto.
No ser madre me obligó a renacer a los 40
Pero a los 37, la vida me dio un primer buen revés. Un embarazo inesperado e interrumpido me arrastró a un pozo que me pareció que no tenía fondo.
Atravesé una fuerte crisis durante un par de años. Pero aterricé en los 40 iniciando un nuevo camino gracias al yoga que me abrió las puertas a una forma diferente de relacionarme con mi cuerpo y con mis emociones.
A los pocos meses, parecía que la vida volvía a estar a mi favor.
Me ofrecieron un nuevo trabajo, me mudé a un apartamento mejor, adopté un perro y empecé una nueva relación de pareja que pintaba maravillosa.
Casi tocaba con los dedos mi plan de vida soñado!
Pero había una importante asignatura pendiente: debía tener ese hijo… Y digo ‘debía’ porque lo sentía como una obsesión, casi una obligación, sin la que no concebía mi propia existencia.
Justo cuando parecía que lo tenía casi todo para ser feliz, la creencia que había gobernado mis 40 años de vida (tengo que ser madre), se quebró.
Después de 3 abortos y un duro proceso de ‘in vitro’, entendí que no lo iba ser.
Y todo dejó de tener sentido.
Tú eres la respuesta
En aquel momento escuché en mi interior la gran pregunta que cambiaría el rumbo de mi vida: Si no iba a ser madre, ¿para qué había yo venido al mundo?
Una nueva crisis personal me conectó esta vez con el sentido verdadero de mi existencia. Y me llevó a adentrarme en el camino del autoconocimiento.
Necesitaba respuestas a preguntas profundas que me asaltaban por primera vez. Y en el desarrollo personal, el yoga y la meditación, las encontré.
No soy madre. Pero mucho trabajo de conexión con mi alma me ha ayudado a comprender que, en esta vida, voy a parir muchas veces. No serán vidas de carne y hueso, pero estarán llenas de energía positiva y transformadora y de mucho amor.
Vibro con lo que hago y creo en lo que siento
Por eso cuido y acompaño a personas en su desarrollo personal y profesional e impulso el nacimiento y crecimiento de marcas y proyectos ajenos, que siento como parte de mi creación y legado.
En mi método, aplico la comunicación holística, suma del coaching y la astrología psicológica, con las técnicas de marketing, diseño de marca y comunicación
El éxito no es otra cosa que ser tú mism@
Si no emocionas, no conectas. Si no conectas, no vendes.
Las marcas nos ayudan a confiar y a saber cuándo compramos a empresas que comparten nuestros valores y nuestro estilo de vida.
Es imprescindible conectar con la esencia de las personas en las empresas para conectar con las emociones de los clientes.
La mejor tierra para hacer crecer algo nuevo, está siempre en el fondo
Llegar a la profundidad de las situaciones y de las personas para comprender, transformar, sanar y crecer forma parte de mi esencia.
Potencialidades tan importantes como la creatividad, el foco, la seguridad, la estabilidad, el impulso, la coordinación, la innovación, el riesgo, la pasión o la perseverancia, no pueden darse ni expandirse en tierra infértil.
La infertilidad sucede cuando nos sentimos presos del miedo, los bloqueos y las creencias que nos limitan. De nuestras heridas, experiencias pasadas o relaciones tóxicas.
Y hay que mirarlas para transmutarlas.
La misión de lo que emprendes y el propósito de lo que haces, está en ser tú mism@
La misión de tus proyectos puede ser diferente en cada negocio o trabajo que emprendas, pero debe estar alineada con el propósito para el cual tu alma decidió pasar por esta experiencia humana.
Si no te resulta fácil conectar con tu propósito, es porque lo estás buscando fuera. Nos pasamos años buscando algo que, en realidad, siempre estuvo ahí. En nuestro corazón.
A mi me ocurrió así. Y empecé poco a poco a conocer y aceptar a una Ruth que había estado años en el armario de ‘tienes que ser una mujer perfecta y exitosa’.
Y el problema no estaba en poder serlo. Sino en sentir que debía serlo para merecer el amor de los demás.